Son justo estos momentos de crisis en donde surgen algunas oportunidades. Hoy una gran oportunidad es regresar a un concepto nada nuevo, poco utilizado e increíblemente útil: El aprendizaje en la empresa y la mejora continua.
Más adelante, explicaré cómo es que el aprendizaje en la organización y la mejora continua pueden ayudar a cambiar con agilidad y a disminuir la carga que recae en los hombros de la dirección.
Estos momentos requieren cambios operativos drásticos y rápidos. Al mismo tiempo, es tal el nivel de incertidumbre asociado a estas crisis que: primero, no hay ninguna certeza de que estos cambios funcionen; segundo, el peso de la responsabilidad de punta, que se vive en la dirección de la empresa agobia, pues está en juego el bienestar de los empleados, las necesidades de los clientes y la misma supervivencia de la empresa.
Los esquemas tradicionales y piramidales de gestión, donde las decisiones se toman de manera escalonada en la empresa y la ejecución corre en un orden descendente por las estructuras, tienen la gran desventaja de una lenta ejecución.
Esta manera de reaccionar requiere de estructuras para decidir, procesos para explicar las instrucciones y tiempo para ejecutarlas. Tan es así, que la cantidad de ciclos de consulta-autorización entre los mandos medios y los altos mandos, generan parálisis.
Estos esquemas parten, además, de una premisa muchas veces equivocada: el que manda es el que sabe. Ante esta poca practicidad de las estructuras tradicionales es que me atrevo a proponer un poco utilizado, pero nada nuevo esquema: El aprendizaje organizacional y la mejora continua son buenas defensas y mecanismos ágiles para contrarrestar y enfrentar estos momentos de alta incertidumbre.
Es, además, el momento propicio para instalarlos de una vez por todas y aprovechar la situación para crear en la empresa una nueva y poderosa capacidad operativa.
La idea de fondo es montar procesos de aprendizaje o cuestionamiento que busquen resolver problemas inmediatos y trasladen la solución de esos problemas a un grupo de personas. Este proceso debe hacerse con lineamientos que ayuden a la generación e implementación de soluciones.
¿Cómo inicia?
Requiere indispensablemente de una voluntad de la dirección para llevarlo a cabo, de una aplicación sistemática de los procesos de mejora y sí, de una dosis de humildad.
Después de la decisión de la dirección de seguir este camino, el siguiente paso es reconocer que tú, como director, no tienes “LA” respuesta. Al menos requiere reconocer que la probabilidad de que la tengas es baja comparada con la probabilidad de que un grupo de personas encuentre, si no bien “LA” respuesta, al menos una que ponga a la empresa en una mejor situación que la actual.
En el siguiente artículo plantearé los detalles de ejecución para montar, en el menor tiempo posible, un proceso de mejora básico que sirva para dar el primer paso para instalar un sistema robusto de mejora, pero aún más importante, para resolver la crisis que todos estamos atravesando.
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